12 febrero 2008

¿Somos iguales?

Vamos a hacer una valoración sobre si los hombres y las mujeres somos iguales o no en cuanto a comportamiento en situaciones de la vida real. Para ello nos hemos hecho eco de un estudio de la Universidad de Massachusetts, contando con la colaboración y el consejo del profesor Frank McCourt, Licenciado en Todo.

Veamos unos casos típicos reales sobre los que se basó el estudio del profesor McCourt:

Caso 1: Paco y Susana es una pareja que en una noche de pasión y lujuria, follan como animales y consiguen crear un bebé. Cuando se enteran, quedan con una pareja de amigos para tomar un cafetillo.

Él: Paco bromea con Genaro, su amigo, que como le salga varón, le va a enseñar a ser el rey de las nenas. Vamos, que lo va a enseñar a convertirse, al igual que el padre, en un picha brava, un rompecorazones, un latin lover post-moderno que va a traer locas hasta a las feminazis del lugar.

Ella: Susana le cuenta a Laura que espera una chica para poder irse de compras juntas, y por supuesto, que cuando llegue el momento pase como en esas simpáticas películas americanas, en las que un atractivo varón las confunde por hermanas en lugar de madre e hija, y ambas sonríen con complicidad.
No contenta con eso, procurará apuntarla a clases de violín con la esperanza… no sé, de que algún día viaje por el mundo con su Stradivarius tocando con una orquesta lo más puritana posible

No acaba ahí la cosa, la conversación de los chicos fue escuchada por las chicas, las cuales se preocuparon de meterse en una conversación de la que nada tenían que ver. ¿Cuál fue la reacción? La esperada: una enorme indignación salpicada con una serie de insultos y descalificaciones hacia los sujetos y finalizada con un cabreo totalmente fuera de lugar porque lo que ellas no habían entendido desde el principio es que se trataba de unos comentarios haciendo bromas y cachondeo.

El hijo de Paco: el Bertín Osborne del siglo XXI.

Caso 2: En una fiesta hay unas cuantas parejas, pero los chicos están por un lado y las chicas por otro. La música está sonando. Con la entrañable intención de animar la fiesta, Juan se tira un eructo que hace temblar la lámpara del techo, justo en el preciso momento en que la canción acaba, por lo que el eructo se oye más claro que la ostia.

Ellos: Los amigos se parten el culo. Algunos lloran de la risa, otros notan como con el descojone les falta incluso la respiración, pero ninguno olvidará aquello. Cuando dentro de 20 años estén tomándose unos cubalibres en algún sarao, recordarán la hazaña de Juan.

Ellas: Se ofenden. Ninguna lo dice pero desde ese momento, Juan pasa a ser un guarro para ellas. Cada vez que los amigos de Juan le digan a su pareja que se van a ver el fútbol con él, ellas exclamarán en voz baja: "...con ese guarro...?". La pareja de Juan va un poco más allá: coge el abrigo y se va enfadada. La fiesta ha pasado de un momento cumbre a su fin.

La novia de Juan, enfadada, recogiendo los destrozos del eructo de Juan.

Caso 3: Raúl está en la edad del pavo y una noche llega tambaleándose a casa debido a que ha descubierto lo bueno que está el whisky. Por casualidades de la vida, los padres estaban despiertos para ver un torneo de patinaje artístico en algún país ex-soviético.

El: Lo lleva a su habitación con lágrimas en los ojos mientras piensa: “ya se ha hecho un hombre…”.

Ella: Su histeria roza el límite soportado por el cerebro humano, sobretodo después de que al tropezarse, Paco tirara un jarrón que había al lado de la puerta y al que gustaba de sacar el polvo cada fin de semana. Da por hecho que su hijo no sólo ha llegado borracho, sino que lo próximo es que su futuro va a ser ir de descampado en descampado puesto de chándal y con una bolsa en la mano.

Su solución es recluirle en el Proyecto Hombre.

Al día siguiente, mientras Antoñito repasaba las fotos del botellón, se dio cuenta de que dejar que Luisito y Manuelete le encularan ya no tenía tanta gracia...

Caso 4: Fiesta de Sant Antoni del Porquet. Pepe y María han sido invitados por un amigo de él a ir durante los días de fiesta al pueblo. Uno de los actos más esperados en la fiesta consiste en agarrar un cerdo, descuartizarlo en la plaza mayor para cocinar la carne y repartir bocatas gratis a los que van por allí. Al fin y al cabo, una fiesta típica española donde se mezcla el buen beber con el buen yantar.

Él: - María!!! María!!! Que nos han invitado a la fiesta del cerdo!!! Vamos este sábado. ¿Tú sabes la fiesta que se monta allí? Es impresionante, y por la noche hay marrano gratis para cenar. Seguro que nos lo pasamos en grande, que hace mucho que no vamos.

Ella: - Pepe, por favor!!! No me digas que te gusta un tipo de celebración popular de salvajes pueblerinos que no tienen otra cosa mejor que hacer que matar a un pobre animal indefenso para divertirse. Me niego en redondo a participar en una celebración en la que se asesina un animal y en la que todo el mundo se emborracha para celebrarlo. Es más, haré todo lo que esté en mi mano para luchar contra ese tipo de eventos.

El caso es que al final, Pepe va a la fiesta del pueblo y María se queda en casa, hasta que a la 1 de la madrugada, suena el teléfono:

Él: - Maríaaa!!! Joder, menuda castaña llevo encima. Ya me he comido 4 bocatas de panceta y estoy haciendo cola para el 5º. Eso aparte de los 10 cubalibres que me he tomao antes de cenar. Te quiero!!! Un beso!!!



- Mira que os lo dije!!! Que las morcillas no se tienen tanto tiempo al fuego!!!

Podemos concluir diciendo que NO somos iguales. Gracias, profesor McCourt.

Artículo ideado y creado por John Macho.

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2 Eructos:

A las 3:06 a. m., Anonymous Anónimo eructó...

De acuerdo en casi todo. Al cochino que lo maten de forma privada, discreta y rápida. Espectáculos con animales, no!

 
A las 12:40 a. m., Blogger "KING" eructó...

Hey Palmz me gustaria (si quieres y te animas)hacerte una entrevista de radio, sería un honor tenerte como invitado blogero, tu me dices.
escribeme aquí si te mola la idea:

cibercastillo@gmail.com

 

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